La salud mental después del Covid-19

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ás de un año ha transcurrido desde que el mundo entero se sacudió por un virus contagioso y mortal que obligó a buena parte de la humanidad a encerrarse en sus casas.  El mundo ve ahora con esperanzas el progreso de las vacunas desarrolladas para contener el contagio. Pero al mismo tiempo, ve repuntes en el avance mortífero del virus que hacen pensar que tener una vida sin Covid-19 no será posible por varios años.

Dr. Isaac Tourgeman, Ph.D., M.S.

Aceptar eso como una nueva realidad, obliga a mirar al comportamiento de una sociedad que ha estado sujeta a una amenaza prolongada, obligada a alterar radicalmente su modo de vida. Por tanto, la salud mental de la humanidad será con toda probabilidad un tema fundamental en el futuro inmediato para profesionales de la salud, investigadores, gobiernos y sociedades.  Para echar un vistazo a lo que ya se conoce y se analiza respecto a la salud mental de una población afectada por una pandemia, hicimos algunas preguntas al Dr. Isaac Tourgeman, Ph.D., M.S. Profesor Asistente del Programa Doctoral de Psicología de la Universidad Albizu en Miami.

Ya se sabe que el cambio en las rutinas de vida, el aislamiento, el temor a enfermarse, la pérdida de seres queridos a causa de la enfermedad, han provocado en una parte de la población problemas como ansiedad, depresión, y en ciertos casos, desorden de estrés post traumático, así como otros desórdenes relacionados al trauma y el estrés. Tourgeman explica que es de esperarse que la población general vea su estado mental descompensado.

“Veremos un incremento en problemas de salud mental sencillamente porque hay un estresor añadido, lo que eleva la probabilidad de progresión a desórdenes mentales más o menos severos. En el caso de personas con historial de desórdenes de salud mental, la probabilidad de que se exacerben condiciones ya existentes es mayor. Y el efecto puede ser que dicha condición se vuelva crónica.”

“Veremos un incremento en problemas de salud mental sencillamente porque hay un estresor añadido, lo que eleva la probabilidad de progresión a desórdenes mentales más o menos severos. En el caso de personas con historial de desórdenes de salud mental, la probabilidad de que se exacerben condiciones ya existentes es mayor. Y el efecto puede ser que dicha condición se vuelva crónica.”

Continúa diciendo Tourgeman que “tener que lidiar con múltiples situaciones adversas, y de manera simultánea, tiene su efecto en la capacidad de lidiar con problemas. Y eso es precisamente lo que ha traído la pandemia: muchos factores estresores actuando al mismo tiempo y acumulativamente.”

Precisamente, algo que caracteriza al virus como un gran estresor es que ha afectado a prácticamente a toda la población, en mayor o menor medida. Independientemente del nivel de exposición al virus, las medidas que se han tomado para frenar los contagios han afectado a todos. No obstante, Tourgeman advierte que “hay unos grupos particularmente vulnerables a sentir quemazón o agotamiento. En el caso de los profesionales de la salud podemos ya estar hablando de un número considerable de casos de agotamiento por las largas horas de trabajo, y el estrés que supone saberse expuesto a peligro de manera constante. Esto puede manifestarse en forma de fatiga, aumento en reactividad, pérdida de apetito y otros síntomas asociados con la depresión. Los efectos se pueden percibir también en personas que se sientan sobrecogidos por una sensación de pesimismo, de poca esperanza en que haya cambios positivos en la situación que vivimos. Y por supuesto eso puede ser antesala de condiciones más serias.”

Ahora bien, la sociedad en general experimenta cierto nivel de fatiga, explica el profesor. “La prolongación de la imposición de ciertas restricciones, el tiempo que llevamos sintiéndonos directamente amenazados, satura a las personas. Solo escuchar y ver constantemente información del mismo tema todo el tiempo, y una y otra vez, ocasiona fatiga que puede llevar a un deterioro en el equilibrio mental y emocional.”

Todavía se reportan altos números de contagio y fatalidades en algunas áreas, y pese al progreso en el desarrollo de la vacuna, la batalla contra la pandemia continúa. Por eso mismo, es muy temprano para determinar los niveles en los que podría aumentar la incidencia de desórdenes mentales relacionados de alguna forma con los efectos de la pandemia. Pero ya se está estudiando.

Y ya se discute incluso que podría tratarse casi de una pandemia de salud mental derivada de la pandemia provocada por el coronavirus. El Dr. Tourgeman explica que veremos incremento en casos de depresión, ya sea ocasionada por la situación que enfrentamos, o exacerbada por la crisis. “Puede esperarse también una mayor incidencia de desórdenes como ataques de pánico e hipervigilancia, vinculada con ese temor constante que el desarrollo del virus ha suscitado, de que cualquier persona puede estar enferma y contagiarte.”

Aparte del inminente aumento que se pronostica en desórdenes de salud mental moderados por los efectos de la pandemia, se plantea también que la pandemia en sí misma puede considerarse un evento traumático. Por ejemplo, un sondeo en línea efectuado en Italia mostró un porcentaje relativamente alto de síntomas de estrés post traumático (PTSS) relacionado con la pandemia. El Dr. Tourgeman señala que “las restricciones que ha sido necesario implementar, y la preocupación general que ha traído el Covid-19 pueden desencadenar ese tipo de respuesta asociada con trauma. Más allá de eso, hay un grupo significativo que ha perdido uno o varios seres queridos a causa del virus, lo que puede convertir a la pandemia en un evento traumático en la medida que se asocia con el dolor por la pérdida.”

“El temor a enfermarse, el aislamiento, los cambios que han traído las restricciones y la pérdida de recursos y oportunidades, sumado a la pérdida de vidas, todo se ha combinado en una tormenta perfecta que ha sacado a flote preocupaciones, trastornos, reacciones que estaban bajo la superficie. Y todo eso ha provocado que la humanidad entera haya estado sufriendo de estrés. La esperanza ahora es que la administración de la vacuna ayude a recuperar ese control que sentimos que hemos perdido.”

Pero, recordemos que los estresores de la pandemia siguen presentes aun cuando no haya habido muertes en el entorno familiar. Puede también afectar de manera similar a quienes se han enfermado con el virus pero se han recuperado, y a quienes han visto múltiples casos de contagio en su entorno. Explica el Dr. Tourgeman que la manera en que el virus se propaga “ha suscitado una sensación profunda de vulnerabilidad, de entender y temer por el hecho de que cualquiera puede contraer la enfermedad. A quienes han tenido el virus les hace sentir que han perdido el control, y que no hay nada o es muy poco lo que pueden hacer para cambiar su situación. Si es un ser querido quien se enferma, los allegados se sienten incapaces de ayudar al enfermo. Para la población en general la pandemia ha venido a suscitar una sensación abrumadora de no poder hacer nada para erradicar el problema que está provocando angustia y ansiedad.”

“El mundo entero está sufriendo de estrés.” abunda el Dr. Tourgeman. “El temor a enfermarse, el aislamiento, los cambios que han traído las restricciones y la pérdida de recursos y oportunidades, sumado a la pérdida de vidas, todo se ha combinado en una tormenta perfecta que ha sacado a flote preocupaciones, trastornos, reacciones que estaban bajo la superficie. Y todo eso ha provocado que la humanidad entera haya estado sufriendo de estrés. La esperanza ahora es que la administración de la vacuna ayude a recuperar ese control que sentimos que hemos perdido.”

Pero mientras el proceso de vacunación sigue su curso y se observa el comportamiento del virus, la población sigue expuesta a los factores estresores, y esa exposición ya prolongada es la que puede traer complicaciones. Dice el Dr. Tourgeman que PTSS es de esperarse porque “los humanos reaccionamos al estrés, pero no hay un indicador exacto que establezca cuándo una exposición prolongada a estrés puede desencadenar en una condición crónica.”

“En casos moderados podrán verse síntomas como fatiga, sentirse inútil, desconfianza en los procesos de pruebas, tratamientos médicos e incluso la vacuna. Puede verse ansiedad y tristeza asociadas con el aislamiento. Los efectos de una exposición prolongada al factor estresor, en muchos casos puede manifestarse como una ansiedad que no impide funcionar como individuo, trabajar o hacer tareas cotidianas, pero tampoco se disipa, si no que persiste,”

En otros casos, no obstante, la reacción al trauma afecta la funcionalidad del individuo, y puede llevarlo a abandonar responsabilidades. “Esa respuesta puede provocar sensaciones severas de ansiedad o pánico en ciertos momentos, como puede ser a la hora de acostarse. Puede provocar que la persona se aísle, que se sienta sin energías o que se sienta que debe luchar o huir de la situación (fight or flight). Y esas pueden ser señales de un síndrome o un desorden más severo que hay que observar con detenimiento”, explica el Dr. Tourgeman.

Por la manera en que se ha propagado el virus, y por la forma en que se ha manejado la respuesta a nivel mundial, prácticamente la población entera ha estado expuesta a los estresores asociados al Covid-19, pero para personas que ya sufren de condiciones mentales, es mayor el riesgo de que la condición se descontrole, o de que una condición que se estaba desarrollando finalmente se manifieste.

Finalmente, estudios acerca de los efectos de otros virus respiratorios han reflejado que una buena parte de pacientes que sufrieron y sobrevivieron al SARS (Severe Acute Respiratory Syndrome) y MERS (Middle East Respiratory Syndrome), y que estuvieron en cuidado intensivo sufrieron de PTSD en un 39%, depresión en un 33%,y ansiedad en un 30%, durante los seis meses posteriores a ser dados de alta.

Investigadores en Italia anticipan que algo similar estará ocurriendo con pacientes de Covid-19. El Dr. Tourgeman coincide con dicha apreciación. “La forma en que manejamos las pandemias no ha cambiado. El aislamiento y protecciones para evitar contagio fueron también métodos utilizados en las pandemias anteriores que se han registrado en la historia. Pero hay otros factores que hacen diferente esta situación, siendo el acceso a información uno de los más importantes. El consumo de contenido de medios sociales y medios tradicionales, y la información disponible continua y constante tienen un efecto en el estado mental que debemos seguir observando, porque es un fenómeno no de la pandemia, sino el símbolo de estos tiempos.”

Puede afirmarse sin exagerar que la salud mental será una de las próximas grandes preocupaciones asociadas al Covid-19. La forma en que la conducta humana se adapte, reaccione y reformule sus interacciones luego de la crisis podría de muchas formas marcar el inicio de una nueva era para el mundo entero. Los profesionales de la salud mental tienen ante sí un reto y una oportunidad histórica.

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