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Dra. Arlene Vélez, directora de Estudios Subgraduados de la Universidad Albizu en Puerto Rico

eguramente te has topado con un reel donde alguien habla con pasión sobre bienestar, ansiedad o empoderamiento personal, todo en menos de un minuto. Este tipo de contenido puede resultar válido, inspirador y fácil de compartir. En los últimos años, los temas de salud mental han alcanzado una visibilidad sin precedentes en redes sociales. Plataformas como TikTok, Instagram y Facebook están repletas de publicaciones sobre terapia, autocuidado y términos psicológicos que antes se escuchaban solo en entornos académicos o clínicos. Para muchas personas, este acceso representa un avance: una apertura que refleja años de trabajo para reducir el estigma alrededor de la salud mental.

Sin embargo, como advierten profesionales del campo, esta tendencia también conlleva riesgos. La doctora Arlene Vélez, directora de Estudios Subgraduados de la Universidad Albizu en Puerto Rico y cofundadora del Laboratorio de Investigación en Ciberpsicología, y el doctor Eli Fennell, codirector del Centro de Investigación Científica Institucional en la Universidad Albizu en Miami, analizaron las oportunidades y las amenazas de este fenómeno.

«El problema es que la mayoría de la gente no sabe quiénes son los verdaderos expertos.»

Para la doctora Vélez, uno de los beneficios más claros es que las personas se sienten menos aisladas. “Sienten que no son la única persona que está pasando por esto. Así que hay un sentido de conexión con otros”, comenta. No obstante, advierte que esa conexión puede ser engañosa si se basa en información inexacta o simplificada en exceso. La terapia no es un proceso mágico que sirve igual para todas las personas y muchos creadores de contenido que ofrecen consejos no cuentan con la preparación profesional necesaria.

Dr. Eli Fennell, codirector del Centro de Investigación Científica Institucional en la Universidad Albizu en Miami

El doctor Fennell coincide y añade que, en redes sociales, es fácil que se confundan los verdaderos expertos con los influencers más populares. “El problema es que la mayoría de la gente no sabe quiénes son los verdaderos expertos. Puedes terminar siguiendo a alguien sin formación en psicología o a alguien más interesado en la fama que en la precisión”. Otro aspecto que le preocupa es la llamada “cultura del autodiagnóstico”, especialmente entre las personas jóvenes. Aunque la apertura para hablar de salud mental es positiva, Fennell advierte que adoptar etiquetas sin una evaluación profesional puede distorsionar el entendimiento de condiciones serias y, en algunos casos, justificar conductas dañinas.

Ambos expertos recalcan la importancia de verificar las credenciales de quien genera el  contenido. Lo ideal es seguir a profesionales que indiquen claramente su formación académica y sus afiliaciones. Sin embargo, Fennell señala que este paso no siempre es sencillo, ya que algunas personas exhiben títulos de instituciones no acreditadas o no cumplen con los códigos de ética profesional.

Más allá de la responsabilidad individual, Fennell considera que las plataformas deben hacer más. Así como antes se verificaban las cuentas de figuras públicas, podrían crearse mecanismos para identificar a profesionales de la salud mental con credenciales verificadas. Vélez añade que los mismos profesionales deben aprovechar estas plataformas para difundir información correcta y comprensible para el público general.

Las redes sociales también han impulsado lo que Vélez llama “lenguaje de terapia”, refiriéndose a términos de la psicología que entran al habla cotidiana, a veces de forma errónea. Entre los más distorsionados, destacan:

  • Trauma: Muchas veces se usa como sinónimo de estrés, pero un trauma verdadero implica experiencias profundamente angustiantes que agotan los recursos de afrontamiento de la persona. Validar lo que siente alguien es importante, pero también lo es ayudarle a identificar con precisión lo que está experimentando.
  • Gaslighting: En redes sociales, a menudo se reduce a “alguien no estuvo de acuerdo conmigo”. En realidad, es una estrategia deliberada para hacer que la persona dude de su propia percepción de la realidad, a través de manipulación sistemática.
  • Narcisismo: Se usa con frecuencia para etiquetar a exparejas tras una ruptura. Sin embargo, clínicamente se refiere al Trastorno de Personalidad Narcisista, que afecta a un porcentaje reducido de la población. La mayoría de las separaciones de pareja ocurren por incompatibilidad y no por este trastorno.

Las redes sociales pueden motivar e informar, pero no sustituyen la terapia profesional. Vélez recomienda acudir a un profesional cuando los síntomas afectan la rutina diaria: dificultad persistente para levantarse de la cama, ansiedad intensa o pensamientos de desesperanza. Fennell agrega que la ausencia de una red de apoyo sólida es otra señal de que conviene buscar orientación profesional cuanto antes.

Para psicólogos y consejeros que crean contenido, ambos enfatizan comenzar con lo básico: conocer su código de ética y las regulaciones estatales. También sugieren diferenciar claramente entre psicoeducación (información general) y terapia (tratamiento personalizado), así como evitar el exceso de información personal y no caer en el sensacionalismo ni en promesas “mágicas” de sanación rápida.

«La terapia es un proceso que conlleva mucho trabajo y no viene con una solución mágica.»

El doctor Fennell advierte: “Existe una tentación particular para los estudiantes y profesionales jóvenes que han crecido en la era del influencer de saltar hacia la fama, y esto puede llevarlos a pasar por alto los riesgos de priorizar la popularidad sobre el profesionalismo”. Añade que una sola publicación mal pensada puede costar oportunidades de internado, plazas postdoctorales e incluso puestos de trabajo.

En resumen, las redes sociales tienen un potencial enorme para ampliar los esfuerzos de concientización sobre la salud mental, pero requieren criterio. Como recuerda la doctora Vélez, “la terapia es un proceso que conlleva mucho trabajo y no viene con una solución mágica”. Tanto el público como los profesionales debemos velar porque la conversación se base en la ética, la precisión y la empatía.

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